Es malo aguantar la orina?
“En general, se considera normal una frecuencia miccional diurna que no supere las ocho veces día, y nocturna no superior a una vez. En número de horas, equivaldría a realizar una micción cada cuatro horas durante la vigilia y como máximo una vez cada ocho horas por la noche. No obstante, esa frecuencia va a estar marcada en el género humano, aparte de otros factores, por las necesidades sociales”, explica a CuídatePlus Patricia Ramírez Rodríguez-Bermejo, del equipo de Urología de Juan Carlos Ramírez Fernández perteneciente al Hospital Ruber Internacional.
Para Blanca Madurga, miembro de la Asociación Española de Urología (AEU), la frecuencia que se considera dentro de la normalidad se sitúa entre seis y siete micciones durante el día, y levantarse una vez por la noche a orinar también es considerado algo normal. “Por encima de estas cifras ya hablamos de aumento de la frecuencia y de la nocturia (orinar por la noche). Puede haber variables, por supuesto. Personas que beben una importante cantidad de líquidos -por la falsa creencia de que cuanto más se bebe es mejor- pueden tener una frecuencia elevada, sin padecer ninguna enfermedad vesical (de la vejiga)”, puntualiza.
“Aguantar la orina es perjudicial, entre otras razones, porque la orina no es un líquido estéril y el almacenamiento excesivo y prolongado de esta dentro de la vejiga va a favorecer el crecimiento de bacterias y provocar infecciones urinarias de repetición”, señala la experta de la AEU.
Además, añade Ramírez, “al aguantar la orina al máximo, se sobredistiende el reservorio vesical, forzando sus estructuras. Contener las ganas de orinar puede estar marcado en los animales para evitar la creación de rastros que les detecten, y en las personas, cuando las relaciones sociales así lo aconsejen”.
¿Se puede entrenar la vejiga?
El entrenamiento vesical se empieza a realizar en las edades tempranas, tanto en el hombre como en la mujer, durante el aprendizaje de la continencia urinaria (es posterior al fecal) y que debe estar completado para antes de la edad de cinco años. Tal y como afirma la uróloga del Ruber Internacional, el entrenamiento vesical debe incluir también el resto de elementos que constituyen el suelo pélvico.
Al respecto, Madurga dice que no solo se puede entrenar la vejiga, sino que se debe. Y ofrece la siguiente explicación: “La vejiga es un órgano de almacenamiento de la orina rodeada de un músculo y sostenida por muchos ligamentos y otros músculos de soporte. Además, tiene un esfínter que abrimos y cerramos voluntariamente en condiciones normales. La vejiga debe ser ‘educada’ adecuadamente y, como toda educación, se debe empezar desde que somos pequeños y empezamos a tener el control voluntario de esta. En definitiva, desde que nos quitan los pañales. Esto es igual en hombres que en mujeres. Y debemos comenzar por quitar ciertas costumbres o tabúes sobre el acto de la micción”.
En embarazo y posparto, ¿es necesario reeducar la vejiga?
El embarazo es una situación de riesgo para la vejiga que dura toda la gestación. La especialista de la AEU subraya que “tenemos que conocer que el eje de gravedad de la mujer pasa por su suelo pélvico. El feto que se va desarrollando en el útero va ganando peso y este descansa sobre la vejiga de la madre. De ahí, por ejemplo, que las mujeres embarazadas orinen con más frecuencia de lo normal”.
Según aconseja Ramírez, la reeducación de la vejiga debería empezar no en el periodo posparto, sino mejor en el preparto (durante el embarazo), “con el entrenamiento no solo de la vejiga, sino también de los músculos del suelo pélvico, que se coordinan con la vejiga y todo el tracto urinario inferior. No obstante, en el posparto, y sobre todo tratándose de alumbramientos prolongados y traumáticos, deberá controlarse la micción, así como la medida del residuo postmiccional”.
En niños
En los niños que están aprendiendo a controlar la vejiga, comenta la uróloga del Ruber Internacional, suelen ser las madres las que tempranamente lo dirigen durante las horas de la vigilia (con una micción programada horaria), y, posteriormente, cuando se ha alcanzado la continencia diurna, proseguir con la continencia nocturna. El desarrollo o maduración normal del sistema nervioso es fundamental para este aprendizaje.
En este sentido, Madurga recuerda que la frecuencia con que un niño tiene que ir a vaciar su vejiga debe ser a veces indicada por los padres, siendo aproximadamente cada tres horas. También debe aprender a beber los líquidos. No se pueden ingerir grandes cantidades de líquido en un breve espacio de tiempo y luego estar largos periodos sin beber nada. La hidratación debe ser controlada y está directamente relacionada con la frecuencia miccional.
En los casos de vejiga hiperactiva
El entrenamiento vesical y las medidas higiénico-dietéticas tienen una evidencia científica tan fuerte en la mejoría de los síntomas de la vejiga hiperactiva como los fármacos de primera línea. Es decir, especifica Madurga, “mejoran los síntomas en la misma proporción que los medicamentos con los que tratamos esta enfermedad. El problema que nos encontramos los médicos españoles que tratamos esta enfermedad es que los pacientes tienen más cultura de ‘pastilla’ que de rehabilitación, y es difícil convencerles que pueden vivir esta enfermedad sin necesidad de fármacos, nunca exentos de efectos secundarios”.
Por su parte, Ramírez confirma que el entrenamiento vesical del tracto urinario inferior ayuda al tratamiento de la vejiga hiperactiva, frecuentemente asociado a farmacoterapia, aunque también se puede aplicar en la forma de biofeedback (mediante electrodos), aisladamente y cuando han fracasado las anteriores opciones terapéuticas.
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